“El que inventó el tenis imaginó que un día alguien lo jugaría como lo juega Roger Federer”, escriben muchos en sus cuentas de redes sociales. Aunque no se sabe a ciencia cierta de quién es la frase, no por eso deja de ser menos cierto; porque el suizo realmente representa todo lo que significa el deporte blanco. Catalogado como uno de los mejores de todos los tiempos, para muchos el mejor de todos, no cabe duda que ha supuesto un gran impacto conocer la noticia de que ha decidido poner fin a su carrera deportiva luego de 24 años activo.
Su debut en 1998 no fue nada del otro mundo, ni mucho menos especial; de hecho, algunos expertos y entrenadores que lo vieron en esa época e incluso mucho más joven, no lograron ver nada especial en él; sin embargo, el talento y la calidad que poseía lo escenificó muchos años después. Obviamente, nada podría haber sido posible sin el trabajo duro, la constancia y la disciplina que mantuvo siempre en su carrera; pero eso no fluiría sin aptitud innata para el juego y un amor sobrenatural al tenis, tal como el mismo Roger Federer expresó en su carta de despedida.
Claro que las lesiones aparecieron en cierto punto y de ellas, siempre supo reponerse; al punto de que cuando muchos pensaron que no podría seguir ganando, este demostró lo equivocados que estaban encadenando un título tras otro. Y con más de 30 años. No obstante, tras su última lesión de rodilla y varias intervenciones, no ha podido volver y la Laver Cup, su invento que ya logró convertirse en torneo oficial ATP, supone el fin de una carrera modélica y de la que puede desprenderse una certeza: Roger Federer es un verdadero maestro del tenis.
Una calidad infinita que sobrepasó a todos
Si alguien quisiera buscar en el diccionario de la Real Academia española el significado de la palabra tenis, la respuesta sería: “Juego entre dos personas o dos parejas, en que los jugadores, a ambos lados de la red, se lanzan con raquetas una pelota con el propósito de que la otra parte no acierte a devolverla”. Sin embargo, no es de extrañar que dentro de poco cambie y sea más bien: “El deporte en el que Roger Federer dominaba por encima del resto”. Pese a que comenzó bajó perfil, pronto su calidad lo llevó a las cotas más alta del tenis mundial.
Lograr su primer título (Milan Indoor) en el 2001, año en el que se ubicó en el radar al ganar nada más y nada menos que a Pete Sampras en Wimbledon; conquistar este ansiado Grand Slam en el 2003; y volverse número 1 en el 2004, demuestran el ascenso fulgurante de una estrella cuyo trabajo incesante dio frutos, pero al que esa calidad infinita que atesoraba Roger Federer al fin salió a flote.
Clase, maestría, habilidad, firmeza, entereza en momentos de dificultad, hasta la fuerza para sobreponerse a las lesiones, metiendo variantes en su estilo de juego, y una muestra infinita de golpes engloban lo que podría suponer la calidad de un tenista de otro nivel; aunque en sus inicios, Roger Federer no estaba ni por la mitad de demostrar toda la que guardaba en su interior. Más bien tenía una faceta que muy pocos recuerdan: la de un rebelde que hasta rompía raquetas.
Roger Federer supo sobreponerse a su carácter
Ver a Roger Federer en la actualidad es lo mismo que ver a un caballero hecho y derecho. Cuesta imaginar que este hombre de 41 años, más asociado con la música clásica, la finura y la elegancia, fuera todo un rebelde de cabello largo (o teñido), con mal carácter y que rompió muchas raquetas en varias pistas. Su etapa de juvenil y algunos años al comienzo de su etapa como profesional, son años que se recuerdan poco por tratarse de un Federer totalmente distinto.
Uno que no entrenaba mucho y no desarrollaba todo su potencial; que se descontrolaba cuando perdía; uno que también reventó varias raquetas en el suelo cuando las cosas no le salían. Sin duda este es un Roger Federer que nadie quiere recordar, pero que existió. No obstante, parte de su maestría en el tenis viene de allí; porque el helvético cambió de carácter y logró reinventarse para convertirse en el mejor jugador de todos los tiempos.
Un juego de otra dimensión
Pese a que su calidad innata se manifestó a tiempo y con un mejor carácter que contribuyó a eso; la verdad es que una de las características que enmarcan la maestría tenística de Roger Federer, sin duda alguna es ese juego que mostraba en la pista. Claro que para todos los gustos hay colores, como dice el dicho; pero es que el juego que mostró siempre el suizo parecía estar un escalón por encima del de los demás. Incluso los que desarrollaron un estilo de juego similar, no se lograban comparar con esos aspectos característicos del helvético.
Esa movilidad que mostraba desde el fondo de la pista; una defensa impresionante; la capacidad para poner la pelota justo donde quería; su sencillez y finura a la hora de realizar sus movimientos; un saque potente y certero; su calidad a la hora de subir a la red; esa capacidad para cambiar de ritmo, al mezclar bolas potentes con algunas dejadas que paralizaban al rival, todo eso y más mostró Roger Federer. Aunque la habilidad que más lo definía y por la que muchos se enamoraron de su clase y estilo fue, sin duda alguna, ese revés sublime a una mano.
Por supuesto que muchos podrían pensar que le restaba potencia o que no era igual de firme que otros tenistas con sus reveses a dos manos; pero la realidad es que los misiles que mandaba, y con precisión milimétrica, estaban en otro nivel. Eso se combinaba con una mentalidad muy firme que lo hacía ver tiros imposibles donde otros no y potenciaban esa maestría para cambiar el ambiente de cualquier encuentro. Su juego supuso un antes y un después en el tenis; por lo que en la actualidad hay muchos niños imitando el estilo de un Roger Federer que es eterno.
Claramente, Roger Federer cambió el tenis 
Ganar 103 títulos, entre los que se pueden contar 20 Grand Slams, 28 Master 1.000, 10 ATP Finals y hasta una medalla dorada, en dobles, en Juegos Olímpicos, entre otros muchos títulos, es el legado de Roger Federer. El helvético no solo contribuyó al crecimiento del tenis en la actualidad, sino que dejó su huella de cara al futuro.
Una calidad de juego inigualable y un estilo de juego sublime representan una maestría que sentó un precedente en el mundo del tenis. Incluso en el ámbito económico, pues supuso más vistosidad y aumentó las ganancias de un deporte que ante se consideraba más cerrado y que ahora muchos conocen por el juego del suizo.
Definitivamente Roger Federer amó al tenis, pero el tenis también le tiene un gran amor a él. En su último torneo, la Laver Cup, será más que probado.
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