
Entrenar después de una lesión: pasos para retomar la rutina
Este proceso requiere mucho más que entusiasmo; exige disciplina, paciencia y un plan estratégico sólido. Por tal motivo, en este artículo MiCasino desglosará los cinco pilares esenciales —desde la evaluación médica y la progresión de la carga, hasta el manejo mental— para que tu retorno al GYM sea no solo seguro, sino la base para un futuro más resiliente. ¡Veamos!
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Consulta opinión de un especialista
El primer punto que debes tomar en cuenta para que tu regreso al gimnasio sea exitoso es consultar a un especialista (médico deportivo o fisioterapeuta) para que realice una revisión exhaustiva del estado actual de tu lesión. Solo ellos pueden determinar si el tejido está curado, y te recomendarán un programa de rehabilitación específico y personalizado con el que podrás recuperar el rango de movimiento y la fuerza muscular perdida.
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Establece metas realistas: la clave para la constancia
Luego de tener el diagnóstico y el visto bueno del médico, sí es el momento de establecer una planificación estratégica. Comienza con objetivos pequeños y alcanzables para mantener la constancia y motivación, por ejemplo, si antes de la lesión corrías 10 km, intenta retomar con 1 km. Si lo tuyo son las pesas y levantabas 40 kg, empieza el proceso con 10 kg.
Ten en cuenta que lo más importante no es la cantidad de repeticiones o el peso, sino la técnica. Tu cuerpo ha pasado por un periodo de inactividad, y debes evitar caer en uno de los errores más comunes y peligrosos que es recuperar lo más rápido posible el ritmo que traías.
Sabemos que es natural que quieras retomar los pesos o las velocidades previas a la lesión, pero este es un camino directo hacia la recaída. La paciencia es tu mejor herramienta.
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Escucha activa del cuerpo- Retomar el ejercicio
Otro aspecto que es natural es experimentar algunas sensaciones (como dolor) a medida que aumentas la carga en tus jornadas de entrenamiento. Por lo tanto, es fundamental que escuches tu cuerpo y aprendas a diferenciar entre la molestia muscular normal y una advertencia de daño para evitar las temibles recaídas. Trata de llevar un registro detallado del dolor que puedas llegar a sentir durante o después del ejercicio… Cuándo y dónde se presenta; en una escala del 1 al 10, qué tan intenso es; cómo es el dolor (agudo o punzante).
Comparte este registro con tu médico o fisioterapeuta, quien te ayudará a tomar decisiones informadas: especialmente, si debes continuar, cambiar o detener alguna de tus rutinas.
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Compara con compasión
Durante el proceso post-lesión, es casi inevitable que te compares con otros atletas o deportistas que estén en mejor condición. Si revisas las redes sociales o vas al gimnasio y comienzas a sentirte consumido por la desesperanza o frustración, es crucial que te detengas y reflexiones sobre esa emoción. Recuérdate a ti mismo que tu objetivo es ser decidido, no desesperado.
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Establece nuevas metas y celébralas
Enfócate en agradecer los progresos diarios, no en la distancia que te separa de la meta. La recuperación está llena de “pequeños” logros: ¿Lograste correr tu primer kilómetro sin dolor? ¿Aumentaste el peso en un 5% después de una semana sin molestias? Estos son los instantes que debes celebrar como victorias realmente grandes para mantenerte motivado.
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Retomar el ejercicio después de una lesión
Volver a entrenar después de una lesión es, sin duda, una oportunidad para valorar tu cuerpo y agradecer por todo lo conseguido con el ejercicio. Deja de ver la lesión como un revés; mírala más bien como una pausa obligatoria que te permitió priorizar tu salud y construir una base más fuerte y resiliente.
¡Juega, gana y, sobre todo… cobra!

