El mundo se paraliza; el Mundial de la FIFA se encarga cada cuatro años de hacernos lo mismo, pero qué bien la pasamos. Es que el deporte rey llega en su mejor versión y cada país intenta hacer lo suyo. Demuestran su identidad en una bola esférica de talla número 5, que este año recibe el nombre de «Al Rihla«, y más allá de una identidad convierte a hombres en niños tras un sueño por el que pueden llorar, sufrir e incluso vivir felices por el resto de sus vidas.
El Mundial de fútbol se encarga de unir culturas, nacionalidades, religiones e idiomas, escenario en donde todos se entienden con el grito sagrado del gol, ese que puede acabar con cualquier diferencia.
En ese sentido, cómo no recordar el gol del siglo de Diego Maradona en el Mundial México 86, la genialidad de Brasil para potenciar el joga bonito en el mundial Corea-Japón 2002, la magia de Zidane en el mundial de Francia 98 y muchos otros hitos que ha dejado este gran evento deportivo, que desde su creación nos ha llenado de finales dramáticos. Quién no es fan de una buena historia; como el maracanazo de Brasil 50, que coronó campeón a Uruguay, o el mundial de Suecia 58, donde un niño de 17 años conocido como Pelé logró comandar a la hoy selección más ganadora en los mundiales a su primer título.
La magia del gol
Cabe destacar que la historia reciente cuenta goles históricos que se han convertido en los más gritados por una nación entera.
En el mundial de Rusia 2018, Marcos Rojo concretó una clasificación agónica de una Argentina que empataba a 1 a los 82 minutos de juego, pero con su tanto metió a la albiceleste en los octavos de final.
Sebastián Abreu convirtió un penal de Panenka en el mundial de Sudáfrica 2010 para darle la clasificación a Uruguay a la semifinal de la cita mundialista.
Andrés Iniesta logró el tanto en el tiempo extra de la final de Sudáfrica 2010, el cual le dio el primer título a España y ante la emoción su hermano (presente en el estadio) se enteró hasta el final del partido que había sido su hermano, quien le dio la copa del mundo a su país.
Maxi Rodríguez con una media volea bajó la tensión en la prórroga de los octavos de final entre Argentina y México, para darle la victoria a la albiceleste.
Ronaldinho con una obra de arte de tiro libre en el mundial de Corea-Japón 2002, que colocaba a Brasil sobre Inglaterra en los cuartos de final para, luego, lograr el pase a la semifinal.
El baile y el espectáculo forman parte del mundial
Pero más allá del gol, la alegría forma parte del evento, pues luego del mundial de Italia 90, quién no disfruta ver a cualquier selección africana bailar tras un gol.
También vamos a extrañar a la selección de Colombia por su «ras tas tas«, popularizado en Brasil 2014.
Los brasileños también se han caracterizado por darle un toque artístico a sus celebraciones.
El arte no solo está en la cancha
¿Cómo sería un Mundial sin afición?
No sería una Copa del Mundo, pues la afición le da el sabor adicional o quizás el ingrediente más importante en un evento de esta magnitud. Los cánticos de las hinchadas para alentar a sus futbolistas van inspirados en vivencias como país e incluso antecedentes de la selección.
Además del atuendo a usar para ligar su selección, es popular ver una fans vestidas de geisha (Japón), un disfraz de cualquier personaje de Chespirito para ligar a México, el popular manolo con el bombo para ligar a España o hasta un disfraz del papa Francisco para ligar a Argentina.
Un Mundial sin apuesta no es Mundial
Cabe destacar que el dinero es otro de los responsables de generar emoción y le otorga un plus especial a la Copa del Mundo, pues es muy popular aquellos que buscan un batacazo o se encargan de generar ganancias con su selección favorita.
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