En los últimos años, el baloncesto de la NBA pasó de convertirse en una liga en la que solo brillaban los estadounidenses a una en la que los extranjeros supieron ganarse su puesto. Atrás quedaron los tiempos en donde era poco común que las principales figuras de los quintetos fueran importados, en una disciplina en la que también se recortaron las distancias a nivel de selecciones.
No es casualidad que cuatro de los cinco mejores jugadores de la NBA poseen una nacionalidad distinta a la estadounidense. Los nombres del griego Giannis Antetokounmpo (Milwaukee Bucks), el serbio Nikola Jokic (Denver Nuggets), el esloveno Luka Doncic (Dallas Mavericks) y el camerunés Joel Embiid (Filadelfia Sixers) se unen al de un Stephen Curry (Golden State Warriors), como el único norteamericano en decir presente en el listado.
La inyección de baloncesto internacional en la mejor liga del Planeta ha sido tal, que cambió la forma de jugar este deporte y de asumir las diferentes posiciones en el tabloncillo. La llegada de la tecnología está siendo fundamental en la evolución que presenta la NBA, ya que gracias a ella, los equipos planifican de mejor manera los partidos y muchos de los jugadores la utilizan para mejorar los puntos débiles de su juego.
«Creemos que el baloncesto es un lenguaje internacional. Es un deporte que se inventó en América, pero ha viajado por el mundo. Es Olímpico de 1936 y hemos trabajado en muchos países distintos», expresó en una ocasión el comisionado que cambió para siempre a la NBA, el ya fallecido estadounidense David Stern.
Globalización inminente de la NBA
La década de los 90 del siglo pasado, marcó un antes y un después en la NBA. Los Chicago Bulls del mítico Michael Jordan marcaron una época con sus seis anillos ganados en ocho años, pero este dominio no frenó el desarrollo de varios extranjeros que por esos años le robaron algo de protagonismo al considerado mejor jugador de todos los tiempos.
En aquel momento, resaltaron los nombres del nigeriano Hakeem Olajuwon, el jamaiquino de ascendencia estadounidense Patrick Ewing, el nacido en Islas Vírgenes, Tim Duncan, pero a su vez, los siguieron el alemán Dirk Nowitzki, el chino Yao Ming, el canadiense Steve Nash y el argentino Enmanuel Ginobilli a finales de la mencionada década y principios del nuevo milenio.
El éxito cosechado por todos estos jugadores, así como lo globalización que ha tenido esta disciplina ha llevado que cada vez más la NBA se interese en mostrar su producto en las principales capitales del mundo. Prueba de ella, han sido los choques de pretemporada llevados a cabo en Londres (Inglaterra), París (Francia), Ciudad de México (México) y Tokio (Japón), son solo algunos de los ejemplos que sirven para retratar la importancia que le ha dado la liga al mercado internacional.
Proyecto Básquetbol sin fronteras
El proyecto Básquetbol sin fronteras es un campamento organizado entre la NBA y la Federación Internacional de Baloncesto Asociado (FIBA) con el objetivo de captar jóvenes valores en distintas partes del orbe. La iniciativa sirvió de vitrina a más de 23 ciudades de 20 países distintos, en los que 2.300 participantes de 120 regiones y territorios se colocaron a prueba, con 33 de ellos logrando el sueño de jugar en la élite del baloncesto. 
Básquetbol sin fronteras surgió principalmente para apoyar a los niños que fueron afectados por las guerras yugoslavas de Grecia y Turquía, en 2002, en un proceso que fue acompañado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, con el pasar del tiempo este proyectó tomó otras dimensiones y comenzó a ser visto como una oportunidad de promover el talento emergente en los países con pocas opciones de mostrarse.
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