La Reina Isabel II fue conocida más allá de por las polémicas que rodearon su vida, por la pasión que sentía por la cría y el adiestramiento de caballos purasangre, ponis shetland, fell y highlands, siendo incluso reconocida como una destacada amazona.
El amor de la fallecida monarca por estos animales comenzó desde muy pequeña, en gran medida gracias a su padre, el Rey Jorge VI, quien le regaló un pony de raza shetland de nombre «Peggy», apenas a sus tres años de edad.
A partir de ahí, Isabel Alejandra María Windsor, como era el nombre de pila de la conocida como Isabel II, fue desarrollando sus conocimientos en el mundo ecuestre, por lo que era común verla montando a caballo en sus actividades personales y las relacionadas con el Estado británico.
El inicio formal en las competencias de Elizabeth fue en el año 1947, cuando en las primeras ediciones del Trooping the Colour, ceremonia correspondiente a la Mancomunidad de Naciones conocida como la Commonwealth, montó a un ejemplar llamado «Tommy».
Sin embargo, posterior a la muerte de su padre en 1952 la regente decidió montar al caballo «Winston», el cual fuera el preferido de su padre, mientras que en 1986 pasó a cabalgar a la yegua «Burmese», considerada como una de los ejemplares que más amó y a la que le mandó a construir una estatua en los campos de Windsor.
Los caballos favoritos de la Reina Isabel II
La Reina Isabel II montó a una infinidad de caballos durante su vida, existieron varios que fueron sus preferidos como el ya mencionado «Burmese», así como a «Doublet», «Highclere», «Doutelle», «Phantom Gold», «Estimate», «Aureole» y el poni «Sanction».
«Burmese» fue una ejemplar que le fue obsequiada por la policía montada de Canadá y se hizo especial por la dura situación que vivieron durante el intento de asesinato del que la monarca fue objeto el 13 de junio de 1981.
En aquel momento, un joven de 17 años de edad llamado Marcus Sarjeant le disparó en seis oportunidades durante la presentación de la bandera en el tradicional Trooping the Colour pero rápidamente fue neutralizado por la guardia real británica.
Otro de los corceles que más cariño recibió de la soberana fue el poni «Sanction», el cual fue el último que montó. Según declaraciones del jefe de sus mozos de cuadra, Terry Pendry, la relación entre ambos creció ya que por ser más fácil de cabalgar la ayudó a seguir haciendo una de las actividades que más le apasionaba hasta sus últimos años.
“Lo de Sanction era casi telepático y tenía un vínculo muy fuerte con su majestad”, comentó Pendry.
Éxito de la Reina en las carreras de caballos
Posterior a la muerte de su padre en 1952, la joven Reina Isabel II asumió las riendas del stup real y siguió la tradición familiar de mantener la chaquetilla representativa del equipo. Como propietaria, también se encargó de entrenar hasta mediados de los años 60 a los ejemplares que competían en los más grandes eventos ecuestres y de carreras.
Entre las marcas que conquistó, resalta que ganó todos los grandes clásicos del hipismo británico menos el Derby de Epsom y en el año 1974 se adjudicó el Diane. La chaqueta morada y roja dominó ininterrumpidamente la estadística de criadores entre los años 1953 y 1957.
Hasta 2017 la europea había acumulado cerca de 7,6 millones de euros en ganancias derivadas de la actividad hípica y tras disputar 2.830 carreras, sumó 451 triunfos y se ubicó en el undécimo puesto de los máximos ganadores del turf británico.
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